lunes, 8 de noviembre de 2010

Un gran ejemplo

Nunca desprecia a sus rivales, ni hace malos comentarios sobre ellos. Ni siquiera cuando los rivales provocan con la intención de causar polémica cae en la provocación.

Sabe mantenerse siempre humilde, correcto y educado. Trabajador, serio, optimista, un gran observador.

Es de una sobriedad realmente admirable, con maneras de caballero, con una manera de expresarse que delata en todo momento un gran respeto, tanto por los suyos como por los rivales.

De vieja nobleza castellana, y de familia humilde, se entrega con total dedicación a su trabajo, a su misión, y nada ni nadie le distrae de la misma.

A menudo da la impresión de ser demasiado serio, frío incluso, una persona que permanece impertérrita en todo momento, sin emociones, pase lo que pase. Pero según dicen aquellos que le conocen bien, esto es tan solo un síntoma de la seriedad con la que afronta su trabajo.

Aquel que espere oír palabras malsonantes, comentarios denigrantes, polémicas insulsas en sus declaraciones públicas debe saber que se va a quedar con un palmo de narices. Todas sus palabras parecen medidas y esculpidas con el cuidado, la paciencia y la dedicación que un artesano pone en su obra.

Pone el éxito del conjunto, el triunfo de la colectividad, por encima del suyo propio, aun cuando todo el mundo sabe que él es el director que dirige la orquesta.

A otros compañeros suyos de profesión les gusta provocar, crear polémica, menospreciar al rival, a veces insultar incluso... Pero no a él, ese no es ni será nunca su estilo.

Cuando otros caen en el narcisismo más exagerado, en la arrogancia insultante, él da muestras de una generosidad sin precedentes. Cuando algunos se refugian en excusas para explicar su fracaso, él se ofrece siempre como el primer responsable o culpable de lo que acontece, sin excusa alguna, sin subterfugios.

En un mundo cada vez más individualizado e individualista este hombre es un ejemplo del triunfo colectivo, de los frutos que da el trabajo en equipo y el esfuerzo en conjunto. En una sociedad entristecida y pesimista por las penurias de la crisis económica, él ofrece un rayo de optimismo, un mensaje de hasta donde se puede llegar el ser humano si se lo propone.

Es una pena que no haya muchas más personas como él. Y es una verdadera pena que no haya muchos más políticos como él, con su carácter, con su personalidad, con su forma de ser, de estar y de comportarse.

Se llama Vicente del Bosque, tiene 59 años, y en su puesto como seleccionador nacional de fútbol se ha proclamado campeón del mundo con la selección española en los mundiales disputados el pasado verano en Sudáfrica.

3 comentarios:

  1. Un Caballero en todo el sentido de la palabra. Y ejemplo a seguir por todos (incluso algunos políticos.....)

    Saludos

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  2. Hola, Manuel. En efecto, así lo creo yo, un ejemplo a seguir. Y como dices, un Caballero, con C mayúscula.

    Gracias por el comentario.

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  3. Estoy de acuerdo totalmente, pero quiero hacerte notar una coincidencia:
    este mismo perfil encaja con Jose Luís Rodríguez Zapatero.

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