martes, 31 de agosto de 2010

El amigo de Berlusconi

¡La que ha montado el líder libio Muammar Al-Gadafi! Resulta que durante una visita oficial a Italia, a Roma en concreto, Gadafi ha congregado a 700 chicas italianas para intentar convertirlas al Islam. Al parecer, las jóvenes habían sido contratadas por una agencia de modelos, con una paga de 80 euros, y 3 de ellas se convirtieron a la religión islámica durante el encuentro.

Le han llovido fuertes críticas desde varios sectores de la sociedad italiana, que han recordado el trato discriminatorio que se le da a la mujer en muchos países islámicos.

Que a Gadafi le gusta crear polémica es algo que ya sabíamos. Pero parece ser que esta vez se ha superado a sí mismo. Y además las críticas han caído también sobre su huésped, el primer ministro italiano Silvio Berlusconi.

Y es que bajo el mandato de Berlusconi Libia se ha convertido en el primer socio comercial de Italia, y las relaciones parecen marchar sobre ruedas.

En fin, Gadafi y Berlusconi, Berlusconi y Gadafi. Poderoso caballero es don dinero, que hace tan extraños compañeros de cama.

martes, 24 de agosto de 2010

Reviviendo el pasado

El presidente francés, Nicolas Sarkozy, continúa su política de expulsión masiva de gitanos, que le está valiendo una investigación por parte de la UE (que, mucho me temo, se quedará en agua de borrajas) y fuertes críticas de la oposición, a la que ahora se ha unido la Iglesia católica, con el Vaticano a la cabeza.

Ahora parece que Mussolini, perdón, quiero decir Berlusconi, se va a sumar a estas expulsiones masivas de gitanos. Ya sabemos que nada le gusta más a Berlusconi que lanzarse a la caza del emigrante.

Me pregunto qué pasará a continuación. ¿Irán a por los judíos el mes que viene? ¿Quizás a por los musulmanes?

Sí, ya sé que esto que digo puede parecer exagerado, pero la verdad es que no es fácil exagerar la magnitud de lo que está pasando. Estos políticos populistas, peligrosamente populistas, deciden adoptar medidas para contentar a la sección más reaccionaria, más estrecha de mente, más extremista, del populacho; a aquella parte de la población que decide culpar al inmigrante de todos los males, que generaliza sin fundamento, que ve al inmigrante como a un enemigo a combatir, a un delincuente, a –en el mejor de los casos- una persona que viene a robar un puesto de trabajo; que –en fin- culpa a todo un colectivo por los defectos de algunos individuos que forman parte de ese colectivo.

Una vez más, parece ser que nos gusta repetir la historia, olvidar los errores del pasado y revivir lo vivido. No aprendemos nada.

viernes, 20 de agosto de 2010

The Coral: Butterfly House


Uno de los discos que más me han gustado en este verano que poco a poco se va acercando a su fin (aquí en Irlanda casi se ha pasado ya) es el quinto (sexto si contamos el e.p. ‘Nightfreak and The Sons of Becker’) album de la banda de Liverpool The Coral, llamado ‘Butterfly House’.

Un disco de esos en los que la portada ya indica qué nos vamos a encontrar dentro: un album de pop-rock clásico, fresco, veraniego, psicodélico, muy al estilo del pop de los 60, y que remite a los Beatles de la época de ‘Rubber Soul’, The Byrds, The Beach Boys, Simon and Garfunkel, etc. También hay ecos de otros grupos como Echo & the Bunnymen o The La’s. Un disco con un sonido de pop tan clásico, tan intemporal, que lo mismo podría haber sido publicado en 1968 que en 1998, en 1978 que en 1988.

Es uno de esos albums que le ponen a uno una sonrisa en la cara, desde la primera nota a la última, que te alegran el día, lleno de melodías pop altamente adictivas, psicodelia suave, pop guitarrero y la voz de James Skelly dando elegancia y clase al conjunto.

Me gustan mucho The Coral, me han gustado desde su primer disco, publicado en 2002. Mi favorito es probablemente el tercero, ‘The Invisible Invasion’ (2005), que tenía un formidable conjunto de canciones y con un sonido de tonos algo más oscuros.

Pero debo decir que este ‘Butterfly House’ se encuentra entre lo mejor que han hecho The Coral, sin duda alguna: comienza el album muy fuerte, con el temazo que es ‘More Than a Lover’, con sonido de guitarras al estilo de las bandas sonoras de los spaghetti westerns de Morricone, y sigue con la magnífica, evocativa 'Roving Jewel', de tonos melancólicos y ligeramente psicodélicos.

El tema que da título al album está entre los mejores: psicodelia sesentera pura, con una parte hablada, casi ininteligible entre los sonidos psicodélicos de este tema.

Green Is the Colour’ es otro de los momentos estelares del album: folk-pop romántico y tremendamente pegadizo, parece algo rescatado del ‘Rubber Soul’ de los Beatles o del ‘Parsley, Sage, Rosemary & Thyme’ de Simon & Garfunkel. Una delicia.

Delicia es también el tema ‘Falling All Around You’, con The Byrds como clara inspiración, sobre todo en ese sonido claro de las guitarras.

1000 Years’ es el primer single del album, otro tema en vena psicodélica, otra gran melodía, acompañada de unas guitarras formidables.

Coney Island’ es un tema lento, melancólico, muy evocador, puro folk-pop. Y la canción que cierra el album, ‘North Parade’, se deshace durante los 3 últimos minutos en una deliciosa jam guitarrera.

Un album que es como una brisa fresca de verano, y que contiene también algunos tonos melancólicos muy a propósito para el otoño que comenzará dentro de poco.

Lo recomiendo. Encarecidamente.

Uno de los albums del año.

miércoles, 18 de agosto de 2010

Otro año terrible en Irak

47 personas murieron y 77 resultaron heridas en un atentado perpetrado ayer en el centro de Bagdad por un terrorista suicida.

Este atentado es el cuarto que causa más de tres decenas de muertos en Irak en poco más de un mes.

Y se suma a la triste lista de atentados brutales que están haciendo de 2010 otro año terrible para este país.

Uno de los atentados más graves tuvo lugar el 26 de marzo en Baquba, que costó la vida a 42 personas y heridas a 65. Tan solo unos días después, el 6 de abril, la explosión de varias bombas en Bagdad dejó 54 muertos y casi 42 heridos.

También en abril, el día 23, varios atentados en Bagdad y Ramada dejaron 61 personas muertas y 118 heridas.

El 10 de mayo fue la jornada más sangrienta: al menos 114 personas perdieron la vida en varias decenas de atentados perpetrados a lo largo y ancho del país por Al Qaeda.

El 7 de julio, la explosión de varias bombas durante una peregrinación anual a un santuario en Al Kazemiya se cobró la vida de 38 personas, y más de un centenar resultaron heridas.

Una serie de atentados contra los Consejos de Salvación el 18 de julio acabaron con la vida de 52 personas en distintos lugares de Irak.

El 7 de agosto, dos bombas que explotaron en el mercado central de Basora causaron 36 muertos y 110 heridos.

Es verdaderamente escalofriante, espeluznante, leer sobre los distintos atentados que se vienen produciendo en Irak en los últimos años, desde la invasión de este país en 2003. Según algunas fuentes, alrededor de 100.000 civiles han muerto desde el comienzo de la invasión.

Es cierto que las noticias sobre la crisis financiera y sobre el cada vez más elevado paro han eclipsado en los últimos 2 años a las noticias provenientes de Irak. Pero si esto es así es porque nos hemos ido –terriblemente- acostumbrando a la continua sangría y barbarie que son el pan nuestro de cada día en ese país. Y cuando uno vuelve su atención a lo que está pasando en Irak, a la sucesión espeluznante de atentados mortales que nunca acaba, a la violencia sin fin que atenaza a este país, no puede evitar que un escalofrío le recorra todo el cuerpo.

Conviene recordar en este momento que uno de los supuestos fines (o justificaciones, o –quizás mejor dicho- excusas) de la invasión de Irak, según los señores Bush, Blair, Aznar y algún otro, era, además de acabar con las armas de destrucción masiva que presuntamente tenía Saddam Hussein (y que se probaron inexistentes) acabar con el terrorismo. La paradoja sería hasta divertida si no descansara sobre cientos de miles de muertos.

¡Vaya una forma de acabar con el terrorismo! Lejos de mi intención defender el tiránico, brutal y represivo régimen de Saddam Hussein, execrable y condenable se mire por donde se mire, pero lo que no se puede ignorar es que antes de la invasión de 2003 el terrorismo islamista era prácticamente inexistente en Irak, mientras que ahora se ha convertido en algo tan diario y habitual como el comer o el dormir.

Y esto no hace sino darnos la razón a todos aquellos millones de personas de todo el mundo que nos opusimos a la invasión de Irak: primero por lo que tenía de ilegal, de saltarse el Derecho Internacional y todas sus normas a la torera; segundo, por lo que tenía e iba a tener de brutal, más aun cuando se tiene en cuenta que entraron en Irak cual elefante en una tienda de porcelana china; en tercer lugar, porque sospechábamos que las armas de destrucción masiva, la maldad de Saddam Hussein y el terrorismo no eran sino excusas que escondían oscuros intereses; y finalmente, porque aun en el supuesto de que el fin de acabar con el terrorismo fuese sincero el método escogido era el equivocado, y más contraproducente que otra cosa, como se ha podido comprobar. Y como, tristemente, se sigue comprobando día a día.

Lo que ha conseguido la invasión de Irak es que ahora el terrorismo islamista campe a sus anchas por ese país y que la imagen de Estados Unidos, Reino Unido y otros países occidentales se haya deteriorado hasta límites insospechados y se haya convertido en objeto de odio e ira en muchos países islámicos.

Porque perciben que tenemos un doble rasero, porque por ejemplo poco o nada hacemos por solucionar el conflicto entre Israel y Palestina y el sufrimiento del pueblo palestino, que perdura ya desde hace décadas.

Lo más indignante de todo este asunto es que los señores Bush, Blair y Aznar continúan a día de hoy sin admitir su error, erre que erre, y sin pedir disculpas por todo el daño y el dolor causados.

El lingüista y filósofo norteamericano Noam Chomsky ha dicho en más de una ocasión que Estados Unidos es uno de los principales estados terroristas del mundo. Quizás convendría reflexionar algo sobre esta frase.

viernes, 13 de agosto de 2010

Gran Hermano


No, no me refiero al programa de ‘reality TV’ así llamado, y al cual se conoce por aquí como ‘Big Brother’.

Me refiero al sentido original de ‘Gran Hermano’, al libro “1984” del visionario George Orwell.

Y es que parece cierto que los peores temores que expresaba Orwell en aquel célebre libro se han hecho realidad.

En Gran Bretaña la policía anima a los ciudadanos a que delaten a vecinos con hábitos ‘sospechosos’, a personas que crean pueden ser en realidad terroristas.

Han llegado tan lejos, se han pasado tantos pueblos, que hasta han tenido que retirar un anuncio de radio ante las protestas de varios oyentes. El anuncio decía así: "El hombre que vive al final de su calle no habla mucho porque le gusta preservar su intimidad; paga en efectivo porque no tiene una tarjeta bancaria, y tiene las cortinas siempre cerradas porque frente a su casa pasa un autobús. Eso podría no significar nada, pero en conjunto podría despertar sus sospechas. Todos tenemos un papel que desempeñar en la lucha contra el terrorismo. Si ve algo sospechoso, llame a la línea confidencial de la lucha antiterrorista".

La Advertising Standars Authority (ASA), organismo encargado de supervisar la publicidad en los medios de comunicación, prohibió su difusión porque puede ofender a aquellas personas que identifiquen su comportamiento con alguno de los representados en el anuncio pero no violan la ley. Además, algunos oyentes afirmaron que, naturalmente, puede incitar a venganzas vecinales.

El Reino Unido está obsesionado con el terrorismo desde los atentados de Londres en julio de 2005. En enero de 2006 el Ministerio del Interior de este país comenzó a revisar anualmente la estrategia antiterrorista y a hacer campañas publicitarias con el fin de concienciar a la gente sobre el problema del terrorismo.

Además de todo esto, el anterior gobierno laborista creó una legislación antiterrorista y un sistema policial que roza la violación de los derechos humanos. Se dio poderes a la policía para detener a toda persona que considere sospechosa de terrorismo sin una orden judicial, y concedió a los agentes la libertad de retener a un sospechoso hasta 28 días sin derecho a un abogado.

Cabe aquí recordar que el ciudadano brasileño Jean Charles de Menezes, de 27 años de edad, fue asesinado el 22 de julio de 2005 por la policía británica en una estación de metro de Londres, al ser chapuceramente confundido con un terrorista islamista. Este suceso, que tuvo lugar en medio de la tensión reinante tras los atentados del 7 y 21 de julio, estaba amparado por la doctrina policial inglesa de tirar a matar a potenciales terroristas suicidas.

La verdad es que el hecho de que la policía de un país considerado democrático anime a los ciudadanos a delatar a quien consideren sospechoso produce pánico. Verdadero pánico.

Y es de temer que esta paranoia colectiva, esta parafernalia de sociedad totalitaria y policial tipo ‘Gran Hermano’ se extienda a muchos otros países.

Todo ello en nombre de la democracia y de la seguridad. Pero lo cierto es que de democracia, cada vez menos.

Cuando se recortan derechos fundamentales en nombre de la seguridad, cuando un país se convierte en un estado policial que vive en un permanente estado de paranoia y de sospecha constante, de recelo y desconfianza, lo cierto es que los terroristas, los enemigos de la democracia, ya han ganado su primera batalla.

Así que ya lo saben: comportémonos todos como cretinos paranoicos, resentidos y chivatos contra aquellos vecinos que nos caen mal. Y demos paso así a una sociedad enferma.

Ya no se puede ser un excéntrico, lo que se solía comúnmente llamar ‘un bicho raro; ya no se pueden tener hábitos raros, ni ser un solitario, ni ser muy receloso de su intimidad. Ni, por supuesto, tener gustos algo peculiares o costumbres algo exóticas.

En Gran Bretaña ya se puede delatar a la policía a aquel vecino que nos cae mal, a aquel tendero con él que tuvimos aquella acalorada discusión hace un par de meses, a aquella persona que vive en el piso de al lado y no nos gusta nada porque el color de su piel es distinto al nuestro, a aquel otro tipo que solemos ver paseando por nuestra calle y que, sin razón aparente y sin haber mediado palabra, nos cae mal...

Se abre la veda.

¡Pero qué mierda de sociedad estamos creando, joder!

martes, 10 de agosto de 2010

De pena

El otro día hablaba por aquí de un escritor que me gusta mucho, Antonio Muñoz Molina. Hoy cedo el espacio de este post a otro escritor que también me gusta mucho, Javier Marías, aunque debo decir que prefiero su faceta de articulista. Y si le cedo este espacio hoy es porque me gustó mucho el siguiente artículo, publicado en El País Semanal el 25 de julio pasado. Después del artículo de Javier Marías, que aparece en negrita, añado mi propio comentario.

Contra los malasombras – Javier Marías

Carme es barcelonesa de Gràcia y vive en su ciudad, siempre le ha gustado el fútbol y es del Barça con una pasión que sólo he visto superada por la de mi editor Joan Díaz, que le añade irracionalidad. Como quizá es sabido, yo soy madrileño de Chamberí y vivo en esta capital detestada por quienes son sus peores enemigos, sus propios alcaldes, y soy desde siempre del Real Madrid. A lo largo de cada temporada Carme y yo tenemos varios roces por culpa del fútbol, cuando no directamente una agarrada que incluso nos ha llevado a procurar no hablarnos durante un par de días en alguna ocasión. Tampoco nos quedan ganas de hablarnos cuando vemos por separado –cada uno en su ciudad– un Madrid-Barça o un Barça-Madrid. Aquel cuyo equipo ha perdido se siente demasiado mohíno para asistir a la euforia del otro, o aun para “notarla”, si ese otro tiene la delicadeza de fingir que no ha existido ese partido y ahorrarse toda referencia a él. Si ha habido una jugada o decisión polémica, el silencio se hace imposible y acaban saltando chispas en la línea telefónica. Hasta puede que uno u otro cuelgue de mala manera, para disculparse al día siguiente por la brusquedad. Dos o tres veces nos ha tocado ver juntos uno de esos encuentros “sensibles”. Como ella es provocadora y tiene sentido del humor, planta sobre la televisión (fuera de la pantalla, claro está) un gran escudo adhesivo del Barça. Yo simulo no haberlo visto, no me inmuto, no digo nada, pero aprovecho cualquier instante en que ella salga del salón para poner el escudo cabeza abajo (kaputt), de lo cual no se suele dar cuenta hasta bastante rato después, con tanta risa como indignación. A los dos nos extraña y molesta que, llevándonos bien en general y estando de acuerdo en bastantes cosas, cada uno celebre los goles que al otro le sientan como una flecha en el pulmón. Intentamos moderar la alegría que supone la tristeza de quien queremos bien, pero resulta imposible no levantar un poco los brazos y musitar “Gol”.

La selección española acaba de ganar la Copa del Mundo en Sudáfrica, y durante el mes que ha durado el Campeonato Carme y yo hemos ido con el mismo equipo y hemos sentido cierto alivio al compartir los nervios y las alegrías futboleras, lo que normalmente nos está vedado. No hemos sido tan sentimentales como para comentarlo, pero sospecho que a los dos nos ha encantado ver jugar juntos a “enemigos irreconciliables” como Casillas, Puyol, Ramos, Piqué, Xavi, Alonso, Iniesta, Arbeloa y Busquets. Seguramente se nos ha hecho un poco raro –pero sin duda nos ha agradado– contemplar cómo se abrazaban y bromeaban entre sí, cómo se agradecían una parada o un gol, acompañados por otros jugadores de rivalidad menos sangrante, como Villa –aún no ha vestido la camiseta del Barça–, Navas, Llorente o Torres.

Creo que a la mayoría de la gente le ha ocurrido lo mismo. Los del Madrid o el Athlétic nos hemos sorprendido pensando: “Venga, Xavi, que tú eres genial”. Los del Barça o el Atleti han murmurado o gritado: “Bien, Iker, bendito seas”. Por eso llama tanto la atención lo malasombras que pueden ser bastantes políticos y periodistas, a los que se ha notado que no iban a permitirse ser como la gente normal. A los españolistas más patrioteros se veía que los éxitos de la selección no les provocaban excesiva felicidad (incluidos dirigentes del PP) por el elevado número de futbolistas catalanes o del Barça a quienes debíamos gratitud, como si los nativos de su territorio fueran menos españoles que otros. Ya se le escapó una vez a Esperanza Aguirre (¿se le escapó?), cuando, ante la posible compra de no recuerdo qué empresa por otra catalana, dijo que aquélla no debía pasar “a manos extranjeras” o algo así, y a continuación mostró su preferencia por otra candidata a adquirirla… alemana. Los nacionalistas catalanes más zafios y malasombras han aprovechado, por su parte, para soltar frases como “Sin nuestros jugadores España sería poca cosa”, olvidando que a su frente estaba un viejo castellano como Del Bosque, o para lamentarse sin ambages de los triunfos de la selección… pese a la decisiva contribución catalana, algo en verdad para enorgullecerse. Y el señor Urkullu, del PNV, no osando decir a las claras que le sentaban como un tiro esos triunfos, recurrió a la más gastada bobada: “Yo sólo animo al que juegue mejor. Entre España y Holanda, se verá”… aunque en España hubiera dos futbolistas del Athlétic de Bilbao y un guipuzcoano: claro que, al llamarse Llorente, Martínez y Alonso, quizá no los reconoció.

¿Por qué en este país muchos políticos y periodistas todavía no han aprendido que ellos no son el centro del mundo y que no siempre han de intentar manipular a la gente, sino limitarse a acompañarla las más de las veces y dejarla disfrutar cuando hay motivo? ¿Por qué no saben comportarse como las personas normales, a las que, al menos durante un mes, han traído sin cuidado el lugar de nacimiento de los futbolistas y el equipo en que militan, para dedicarles todo su afecto y manifestarles su agradecimiento enorme, a todos sin distinción? ¿Por qué no han podido ser, sin ir más lejos, como Carme y yo? En estas semanas la he oído decir: “No sabes cuánta confianza me da Ramos”. Y ella a mí: “Cada vez que Iniesta coge el balón, tengo la sensación de que la cosa acabará en gol nuestro”. ¿“Nuestros”, una parada de Casillas o un gol de Puyol? Extrañamente nuestros, sí. Esa es la gracia que demasiados políticos y periodistas, con su imperecedera mala sombra, han sido incapaces de percibir.

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Debo decir que estoy totalmente de acuerdo con lo que expresa el señor Marías en este artículo. Me resulta sorprendente (aunque quizás ya no debería sorprenderme lo más mínimo a estas alturas) y penoso que aquel pecado español por excelencia, la envidia, aliñado en esta ocasión con bastante mala leche, intolerancia, resentimiento y estrechez de miras se haya desplegado de manera aún más descarada con ocasión del triunfo de la selección española de fútbol en el Mundial de Sudáfrica.

Como dice Javier Marías, la mayoría de la gente se ha alegrado sobremanera por el triunfo de la selección. Pero no son sólo algunos periodistas y políticos los que han sido malasombras, sino también algunas personas de entre lo que Marías llama “gente normal”. Leyendo comentarios en internet el día después de la final, entre la amplia mayoría de comentarios que celebraban la conquista del Mundial se podían también leer otros comentando si tal jugador era de tal o cual pueblo o tal o cual región, si el jugador fulanito de tal era de este u otro equipo, de que la selección sin los jugadores del Barça no sería nada, o de que la victoria de la selección era un corte de mangas al nacionalismo catalán y al nacionalismo vasco...

Estupefacto me quedé. Creo que España debe ser el único país del mundo en el que bastantes personas, tras un triunfo deportivo histórico, en vez de alegrarse y congratularse por el mismo deciden mirar el DNI de tal o cual jugador, para determinar su lugar de nacimiento, o discuten sobre si es de este equipo o de cualquier otro...

Creo que tanto los jugadores como ese caballero que tienen como seleccionador llamado Vicente del Bosque han dado un gran ejemplo de unidad, de esfuerzo colectivo, de superación... Y deberíamos aprender de ellos.

Me resulta algo chocante que haya gente a la que le duela el triunfo de la selección, o que quieran defender su nacionalismo mirando el DNI de los jugadores... Aquí en Irlanda, donde vivo, la liga de fútbol de primera división es bastante floja. Es un país pequeño, y casi todos los buenos futbolistas se marchan a la liga inglesa, que es muy popular en este país y que siguen a través de los canales ingleses de televisión. Pues bien, sé con certeza que un triunfo de la selección irlandesa en un Mundial o una Eurocopa, de producirse, les alegraría sobremanera a todos, y ninguno levantaría la voz para preguntarse de dónde es tal jugador o en qué equipo juega.

Me gustaría que esto fuera así también en España, pero parece que a veces nos puede la envidia y la mala leche. Y que hay bastantes malasombras, como dice Javier Marías.

miércoles, 4 de agosto de 2010

Sobre el pasado, otra vez

Admiro al escritor Antonio Muñoz Molina (http://es.wikipedia.org/wiki/Antonio_Mu%C3%B1oz_Molina). Me gustan mucho algunos de sus libros, como por ejemplo ‘Plenilunio’, ‘Sefarad’, ‘Ardor Guerrero’, ‘Ventanas de Manhattan’, ‘El viento de la Luna’, ‘Carlota Fainberg’, etc., por nombrar tan sólo unos pocos. Debo admitir que aún no he leído su última obra, ‘La noche de los tiempos’, que –según he leído- está situada en la Guerra Civil y en los momentos anteriores al estallido de la misma.

Debo decir que también me ha caido siempre bastante bien este señor cuando le he leído o escuchado en algunas entrevistas. He compartido muy a menudo sus opiniones, su forma de ser y de ver el mundo.

Me gusta sobre todo ‘Sefarad’, un libro que todo el mundo debería leer, un robusto alegato contra la intolerancia, los totalitarismos, la xenofobia y el racismo, y la discriminación y persecución de las minorías.

Por eso me han sorprendido mucho unas recientes declaraciones suyas a un periódico italiano de las que se hacía eco ayer el diario Público. El señor Muñoz Molina venía a decir lo siguiente (cito textualmente):

No se puede usar el pasado como lo hace Zapatero”.

No se hace otra cosa que hablar de la Guerra Civil y de toros, y así no se afrontan los problemas reales de un país que tiene un 20% de paro y un 30% de fracaso escolar”.

No se puede hablar de Guerra Civil como si los españoles estuviésemos divididos como entonces, ya que ha transcurrido demasiado tiempo”.

La España de 1936 era rural y analfabeta y estaba aislada económicamente. La de hoy no tiene nada que ver con la de entonces. Es una obviedad que no podemos olvidar. Si nos referimos continuamente al pasado no entendemos el presente”.

Se habla obsesivamente del pasado, pero no se conoce casi nada, sólo versiones partidistas”.

Bueno, vayamos por partes.

En primer lugar, no entiendo cómo el que se hable de la Guerra Civil o de los toros excluye de alguna manera que se pueda hablar de la crisis, del paro o del fracaso escolar y actuar en consecuencia.

Además, dice el sr. Muñoz Molina que “si nos referimos continuamente al pasado no entendemos el presente”. Vaya, y yo que creía que era más bien al revés, que para entender bien el presente (y el futuro) hay que entender primero el pasado...

Me duele que Antonio Muñoz Molina se haya unido a ese coro de voces que piden olvidarse de la Guerra Civil e ignorar la Ley de Memoria Histórica. Porque debería saber el sr. Muñoz Molina que el capítulo de la Guerra Civil y de la posterior dictadura franquista es una herida que se ha cerrado en falso, con miles de personas que aun hoy en día no saben dónde están sus familiares asesinados y sólo esperan poder darles un enterramiento digno. ¿Acaso es esto pedir demasiado?

Los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla.

martes, 3 de agosto de 2010

Dusty Springfield: Dusty in Memphis


Retomo aquí las reseñas de mis albums favoritos, que había dejado algo olvidadas desde que hablé de “Ziggy Stardust” en abril.

Dusty in Memphis” es el quinto album de estudio de Dusty Springfield, y su primero en la discográfica Atlantic, casa entre otros grandes del soul de Aretha Franklin y Otis Redding.

Dusty Springfield, nacida en 1939 y fallecida en 1999, fue una cantante británica de pop y soul que alcanzó fama en los 60 con temas como ‘I Only Want To Be With You’, ‘I Just Don’t Know What To Do With Myself’ (versioneado hace unos años por The White Stripes) o ‘You Don’t Have To Say You Love Me’. Dusty versioneaba también canciones soul de Motown.

Con el fin de aumentar sus credenciales como cantante de soul Dusty firmó un contrato con la casa Atlantic, y viajó a Memphis, Tennessee, para grabar un album que incluyese sólo versiones de temas de soul y de r’n’b. Allí contó con la ayuda en las labores productoras del mejor equipo de Atlantic, con Jerry Wexler, Arif Mardin y Tom Dowd a la cabeza, y apoyada en grandes y veteranos músicos de soul y blues. ¿El resultado? ‘Dusty in Memphis’, una auténtica obra maestra, y en mi opinión uno de los mejores discos de la historia de la música y del soul. Sin duda alguna, es uno de los mejores albums, si no el mejor, de lo que se ha dado en llamar ‘blue-eyed soul’, o sea, música soul cantada por personas de raza blanca. ‘Dusty in Memphis’ es uno de esos discos que suele aparecer en puestos muy altos a la hora de compilar los mejores discos de la historia.

La voz de Dusty es un auténtico prodigio, una maravilla llena de emoción a raudales y sentimiento puro. La instrumentación que le acompaña, al igual que la producción, absolutamente magistral.

Grandes versiones de soul, de r’n’b, de melodías pop bañadas en acentos de la mejor música soul. Quizás el tema más conocido sea ‘Son of a Preacher Man’, por su inclusión en la banda sonora de 'Pulp Fiction'. Os planteo este desafío: a ver si sois capaces de escuchar esta canción sin poneros a mover los pies o a bailar como locos, o sin cantar o sentiros completamente eufóricos. ¿Pero qué decir de otros auténticos temazos como ‘Just A Little Lovin’’, ‘Breakfast in Bed’, ‘So Much Love’, ‘I Can’t Make It Alone’, ‘Just One Smile’, etc.? Auténticas maravillas, todas y cada una de ellas.

Siempre me ha encantado la versión que hace Dusty Springfield del tema ‘The Windmills of Your Mind’, originalmente cantado por Noel Harrison en la banda sonora de ‘The Thomas Crown Affair’ (1968). La versión de Dusty es otra maravilla: empieza de forma muy lenta, casi atmosférica, pero en un momento dado acelera el ritmo y se convierte en un frenesí soul de puro baile, irresistible.

También es antológica su versión del tema ‘In the Land of Make Believe’ de Burt Bacharach y Hal David.

El album en su conjunto, de principio a final, es una auténtica delicia. Se puede encontrar actualmente a muy buen precio, con el sonido remasterizado, varias canciones extra y un libreto muy interesante que cuenta la historia de la grabación de este impresionante album. Así que no hay excusa: hacedle un favor a vuestros oídos y comprad este disco.

Por cierto, me despido con una nota curiosa para aquellos que, como yo, fueron adolescentes en los 80: Dusty colaboró con los Pet Shop Boys en el tema ‘What Have I Done To Deserve This?’.