Si Zapatero pensó en algún momento que con sacar a las tropas de Iraq (gesto que, en mi opinión, le honra, puesto que nunca antes había visto a ningún presidente del gobierno español cumplir una promesa electoral tan rápidamente, actuando así de acuerdo con la opinión mayoritaria del pueblo español), y con aprobar leyes sociales avanzadas (como la ley de matrimonios entre homosexuales o la ley contra la violencia de género) le bastaba para contar con el apoyo mayoritario y continuo del pueblo español, sin duda se habrá dado ya cuenta de su error, después de que ayer el paquete de medidas de reajuste fiscal que ideó su gobierno fuese aprobado por tan solo un voto de diferencia en el Congreso de los Diputados, y en medio de un gran descontento social.
No soy tan ingenuo para pensar que fueron Zapatero y su gobierno los que causaron la crisis económica. Pero si es cierto que la han gestionado mal, y reaccionaron tarde y mal: se pasaron mucho, demasiado, tiempo negando la evidencia y usando eufemismos ridículos como ‘desaceleración', para evitar hablar de crisis o de recesión.
No soy tan ingenuo para pensar que fueron Zapatero y su gobierno los que causaron la crisis económica. Pero si es cierto que la han gestionado mal, y reaccionaron tarde y mal: se pasaron mucho, demasiado, tiempo negando la evidencia y usando eufemismos ridículos como ‘desaceleración', para evitar hablar de crisis o de recesión.
Y por cierto, ayer vimos otro ejemplo de la hipocresía del Partido Popular, votando en contra de unas medidas que ellos mismos habían exigido al gobierno (y que si ellos estuviesen en el gobierno habrían también adoptado, aunque en una versión aun más dura), y todo esto sin proponer unas medidas alternativas.
Las medidas que ayer aprobó el Congreso por un solo voto van a hacer mucho daño en el bolsillo de muchos españoles, en ciudadanos de a pie, en funcionarios y pensionistas y en parejas jóvenes. Como ya he dicho en otras ocasiones, parece ser que la historia se repite y la crisis la vuelven a pagar los de siempre.
Los mercados fiscales, los mismos que causaron la crisis, son los que ahora exigen a los gobiernos un reajuste fiscal, una reducción drástica del gasto público y un recorte significativo del gasto social. El canal de noticias Euronews proponía una encuesta anoche con la siguiente pregunta: ¿es sostenible el estado del bienestar en los países europeos?
Parece ser que estamos sacrificando el estado del bienestar en el altar de los mercados financieros, para salvar a los bancos, y para salvar el euro. Sin embargo, muy pocos políticos y gobiernos parecen preguntarse si el crecimiento económico que la mayoría de los países occidentales disfrutaban hasta hace cosa de dos años era sostenible.
La crisis económica se ha producido porque el capitalismo fue llevado a su versión más extrema, más salvaje y más deshumanizada: el capitalismo de casino, de especuladores, de avariciosos que sólo desean multiplicar ‘ad infinitum’ sus beneficios, de multinacionales y mercados financieros con mínima intervención estatal, con regulación mínima. “El mercado” –nos decían- “se regula a sí mismo”.
El aumento constante de beneficios había reemplazado a la búsqueda del bienestar general, y sólo ha sido ahora, cuando la burbuja ha estallado, que nos hemos dado cuenta de ello.
No me gustan, para nada, las medidas que han tomado Zapatero y su gobierno. Y mucho me temo que Zapatero ha empezado ya a cavar su propia tumba política. Pero tampoco puedo evitar preguntarme qué margen de maniobra tiene Zapatero (qué margen de maniobra tiene hoy en día cualquier gobierno nacional) para adoptar otras medidas distintas, más justas. ¿Hasta qué punto tiene hoy en día cualquier gobierno de cualquier nación las manos atadas a la hora de decidir su rumbo en política económica?
Esto es algo que probablemente nunca lleguemos a saber.
Las medidas que ayer aprobó el Congreso por un solo voto van a hacer mucho daño en el bolsillo de muchos españoles, en ciudadanos de a pie, en funcionarios y pensionistas y en parejas jóvenes. Como ya he dicho en otras ocasiones, parece ser que la historia se repite y la crisis la vuelven a pagar los de siempre.
Los mercados fiscales, los mismos que causaron la crisis, son los que ahora exigen a los gobiernos un reajuste fiscal, una reducción drástica del gasto público y un recorte significativo del gasto social. El canal de noticias Euronews proponía una encuesta anoche con la siguiente pregunta: ¿es sostenible el estado del bienestar en los países europeos?
Parece ser que estamos sacrificando el estado del bienestar en el altar de los mercados financieros, para salvar a los bancos, y para salvar el euro. Sin embargo, muy pocos políticos y gobiernos parecen preguntarse si el crecimiento económico que la mayoría de los países occidentales disfrutaban hasta hace cosa de dos años era sostenible.
La crisis económica se ha producido porque el capitalismo fue llevado a su versión más extrema, más salvaje y más deshumanizada: el capitalismo de casino, de especuladores, de avariciosos que sólo desean multiplicar ‘ad infinitum’ sus beneficios, de multinacionales y mercados financieros con mínima intervención estatal, con regulación mínima. “El mercado” –nos decían- “se regula a sí mismo”.
El aumento constante de beneficios había reemplazado a la búsqueda del bienestar general, y sólo ha sido ahora, cuando la burbuja ha estallado, que nos hemos dado cuenta de ello.
No me gustan, para nada, las medidas que han tomado Zapatero y su gobierno. Y mucho me temo que Zapatero ha empezado ya a cavar su propia tumba política. Pero tampoco puedo evitar preguntarme qué margen de maniobra tiene Zapatero (qué margen de maniobra tiene hoy en día cualquier gobierno nacional) para adoptar otras medidas distintas, más justas. ¿Hasta qué punto tiene hoy en día cualquier gobierno de cualquier nación las manos atadas a la hora de decidir su rumbo en política económica?
Esto es algo que probablemente nunca lleguemos a saber.