viernes, 6 de noviembre de 2009

¿Exportar democracia?

Hamid Karzai ha sido declarado presidente electo de Afganistán, después de que se cancelara la segunda vuelta de las elecciones tras retirarse un candidato opositor aduciendo fraude masivo. La primera vuelta de estas elecciones ya había sido tildada de estafa electoral.

Afganistán dista mucho de ser una democracia. Y se ha convertido en un auténtico infierno para los países occidentales que tienen tropas allí, con Estados Unidos y Gran Bretaña a la cabeza. Occidente ha invertido más de 65.000 millones de dólares en la supuesta democratización y reconstrucción de este país, y más de 1.500 soldados han perdido la vida. En las últimas semanas han fallecido muchos soldados británicos, y parece que los talibanes se encuentran más fuertes que nunca.

Tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, una coalición internacional invadió el país para –nos dijeron- luchar contra el régimen talibán e instaurar la democracia. Se culpaba a los talibanes de ser, junto con Al Qaeda, los instigadores de los atentados.

Es conveniente entonces recordar que a los talibanes, que fueron señalados como co-responsables o coautores de los atentados, los había armado y apoyado años antes Estados Unidos para repeler al invasor soviético.

Como conviene recordar que fueron también los EEUU quienes armaron hasta los dientes a Saddam Hussein durante su guerra contra el Irán de Jomeini en los años 80.

Esto demuestra lo peligrosos que pueden ser los bandazos que da la política exterior de Estados Unidos a lo largo del tiempo, según sean sus intereses unos u otros. Recuerdo haber visto una viñeta cómica en un periódico justo antes de la invasión de Iraq: en dicha viñeta alguien preguntaba a Bush cómo podía estar tan seguro de que Saddam Hussein tenía armas de destrucción masiva, a lo que Bush contestaba “¡porque todavía tenemos los recibos de la venta!”.

Es bastante obvio que la cambiante e interesada política exterior de Estados Unidos le ha causado muchos dolores de cabeza y ha producido algunos de sus peores monstruos.

Pero es que, además, aun en el caso de que las ansias de democratizar países como Iraq y Afganistán sean auténticas, esto también nos lleva a hacernos las siguientes preguntas: ¿Es exportable la democracia? ¿Y se puede democratizar a un país a la fuerza?

El que muchas personas tengamos la opinión de que la democracia es el menos malo de todos los sistemas políticos posibles no quiere decir que sea el sistema ideal en todo momento y en todo lugar. Y desde luego no quiere decir tampoco que la democracia se pueda exportar cual manzanas o coches.

Hay sociedades a las que por su idiosincrasia y su cultura es muy difícil exportar la democracia y en las que la democratización resultaría un proceso bastante largo y lleno de obstáculos. Esto, que podría parecer bastante obvio, ha sido olvidado últimamente por las potencias occidentales, que parecen creer que basta con querer democratizar un país para que esta democratización se produzca de manera casi inmediata, como por arte de magia.

Bush entró en Iraq como un elefante en una cacharrería. Se ha sabido después que conocía muy poco de la realidad y de la idiosincrasia de este país, de sus distintas culturas y grupos étnicos y religiosos, y que tampoco se había molestado en aprender nada de ello. Aunque la verdad es que tampoco creo que la democratización del país fuese uno de sus objetivos.

Y, para acabar, ¿hasta qué punto resulta legítimo llevar la democracia a un país por la fuerza?

5 comentarios:

  1. Todo lo que dice es verdad, pero temo el tono crítico. Lo comento porque la política exterior de Estados Unidos es cambiante, igual que la de todos los países del mundo desde el principio de los tiempos. Señalar eso como uno de los males de Estados Unidos es una falacia porque eso no es siquiera un mal: así es la política. Punto. Siempre lo ha sido así. Sólo hay que leer un poco de historia para comprobarlo.

    Por otra parte pareciera que pone en duda que Al Qaeda y los Talibanes estuvieron detrás de los atentados del 11 de septiembre. ¿Todavía se puede poner en duda algo que resultó plenamente demostrado, incluso con la confesión del propio Osama Bin Laden y el Mulah Omar? No nos caigamos a cuento, el terrorismo islámico si existe, y si algún dia tiene la capacidad de aniquilarnos a nosotros por tener estas conversaciones de blogs, lo harán. En vez de morir como mártires, prefiero creer que nuestros líderes tienen la moral para defendernos. Si no, ¿para qué los elegimos?

    El caso de Iraq si es cuestionable en vista de que las armas no se encontraron. Es una lástima que haya sido así porque manchó la reputación de una guerra que estaba apuntada a liquidar a uno de los tiranos más sanguinários de nuestro tiempo. Y guerras contra tiranos siempre están justificadas. Lo que pasa es que los pueblos que ya dejaron a los tiranos atrás no recuerdan lo miserablemente doloroso que es vivir bajo su yugo.

    Y por último, comparto con usted que la exportación de la democracia no sea eficaz. Sin embargo, ¿vamos a dejarnos vencer por eso? No es un mal de occidente exportarla democracia, ya Atenas lo hacía en todo el mundo griego, muchas veces con éxito, muchas veces con fracaso, cuando combatía a Esparta que a su vez exportaba oligarquías. Es parte de la naturaleza de la democracia exportarse a otros países para protegerse de los tiranos de adentro y de afuera. ¿Que Afganistán sea una democracia? Estoy de acuerdo con usted en que no lo es, pero al menos es fundamental para la superviviencia de Occidente que el fundamentalismo islámico sepa que nosotros también tenemos garras. Si el Presidente Obama tiene la grandiosísima irresponsabilidad de hacer a Occidente perder en Afganistán, será uno de los presidentes más infames que habrá pasado por la Casa Blanca, poniendo en riesgo literalmente toda nuestra forma de vida. Que no se les olvide a los españoles que tomó ¡ochocientos años! de guerra expulsar a los moros de la península ibérica.

    No querido amigo, el fundamentalismo islámico sí existe, y sí es una amenaza. Prefiero llorar con orgullo a los caídos que dan la vida defendiéndonos, a esos 1500 soldados que usted menciona que son dignos de alabanza, que llorar a unos terroristas que no sólo son de una religión distinta, sino contraria y enemiga de la nuestra y que la quieren destruir. Es más honorable morir luchando que vivir de rodillas.

    Saludos ciudadano.

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  2. Los soviéticos intentaron importar el comunismo a Afganistan, y no les fue posible.

    Los americanos intentan importar la democracia igualmente, algo que no les va a ser posible por mucho que lo intenten. Otra cosa es que lo que quieran sea un gobierno afín por mucho que no tengan democracia, porque ahí sí que lo van a conseguir, aunque sea sobre el conflicto permanente y la sangre de los ciudadanos Afganos.

    El comentario anterior defiende la presencia militar en Afganistan como parte de la defensa de Occidente.
    Bien, viendo como se desarrollan las cosas habrá que aceptar que a lo que vamos es a un conflicto permanente que no acabará nunca, puesto que la presencia allí es exactamente la semilla que se necesita para que el arbol del fundamentalismo islámico siga creciendo en las nuevas generaciones.

    Presencia militar bajo la ilusión de que eso nos defiende vs abandono militar y aceptación de que no se puede vencer al terrorismo mediante el ejército.
    Comprendo que de miedo la segunda opción, más cuando representa una derrota, pero la primera opción es una absurdez que no va a arreglar nada.

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  3. Yo tengo aquí sentimientos encontrados: Desde el punto de vista del primer comentarista, sí, es noble y loable exportar la Democracia y no dejar aquel país a su suerte de mano de los talibames y el integrismo islámico.
    Pero por otra parte, la mentalidad de los afganos ven a las fuerzas militares americanas conjunta con la de otros países como fuerzas extranjeras de ocupación y por muy buenas intenciones que se tenga y muchas elecciones que se hagan ellos lo verán así.

    La cuestión es que es un tema muy complejo y todo el mundo duda cual es el camino a seguir y la decisión a tomar,incluso para el propio presidente Obama: si seguir o quedarse. En mi opinión la mejor opción es la que apunta Pedro.

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  4. El problema que yo veo aquí, como en todas las conversaciones que giran alrededor de estos temas es un mito de occidente que sigue todavía muy arraigado: La Paz Perpetua; un sueño irrealizable. Mientras el hombre sea hombre (y la mujer, mujer) habrá conflicto eternamente. No se trata de acabar con el conflicto y la guerra, pues eso es una fantasía. Se trata que del conflicto y de la guerra seamos nosotros los victoriosos. Esto chocará duramente con ideas altruístas y progresistas muy comunes en nuestra sociedad, pero lamentablemente es la cruda verdad.

    Y bueno, si se puede exportar o no la democracia, yo no creo que esa política sea eficaz por mucho tiempo, pero de todas maneras debemos hacerlo si queremos que la guerra y el conflicto tenga algún sentido altruista y no un puro juego de poder frío e inhumano.

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  5. Muchas gracias por vuestros comentarios, gracias a ellos se mantiene vivo este blog.

    Ciudadano Thaelman: muchas gracias por su extenso comentario. Me gustaría hacerle varias puntualizaciones, si me lo permite.

    En primer lugar, estoy de acuerdo en que la política exterior de todos los países es cambiante desde siempre. Ahora bien, opino que la de los EEUU lo ha sido hasta un punto absurdo en muchas ocasiones; por poner algunos ejemplos: da escalofríos pensar que muchas de las armas con las que se está asesinando a soldados (británicos y estadounidenses en su mayor parte) en Afganistán e Iraq probablemente sean de manufactura británica o estadounidense, vendidas al ‘enemigo en tiempos en los que era un aliado (lo que demuestra que EEUU se ha creado sus propios enemigos, los ha apoyado y alentado); asimismo, los Estados Unidos –y otros países- se presentan como adalides de la democracia en ciertos rincones del mundo en la actualidad, cuando en otros lugares y en otros momentos han defendido (e incluso instaurado) dictaduras (Chile, por ejemplo).

    No pongo en duda que Al Qaeda y los talibanes estuvieron detrás de los atentados del 11 de septiembre, ya que a ello apuntan todos los indicios. Sin embargo, llámeme cínico o lo que prefiera, a veces tengo la sospecha de que el gobierno de Bush no hizo todo lo posible por evitarlos; quizás esté equivocado, probablemente así sea, pero lo cierto es que los atentados le vinieron muy bien a Bush para llevar a cabo su agenda de invasión de Iraq y de Afganistán.

    Creo también que si no se encontraron las armas de destrucción masiva en Iraq es simplemente porque no existían. Y esto era bien sabido por los gobiernos estadounidense y británico, como han admitido después Colin Powell y miembros del gobierno británico.

    Dice usted que “las guerras contra tiranos siempre están justificadas”. A priori, este es el tipo de afirmación con el que casi todo el mundo estaría de acuerdo. Ahora bien, ¿quién es un tirano? ¿quién es un tirano y quién no? Saddam era un tirano, de acuerdo. Pero, ¿acaso no lo era también Pinochet? ¿O Batista?

    Creo que es exportar la democracia es un propósito noble, por supuesto. Pero esto no quiere decir que los métodos elegidos para hacerlo sean siempre los más apropiados. Y esto en el caso de que el objetivo de la guerra en esos países sea verdaderamente establecer la democracia, cosa que dudo.

    Por supuesto que existe el fundamentalismo islámico, y el terrorismo islámico. Pero no es el único tipo de fundamentalismo o de terrorismo, eso está claro. Hay otros tipos de fundamentalismos que me dan tanto – o más incluso- miedo. No lloro a los terroristas; sí que lloro a las personas inocentes –daños colaterales, los llaman- que han caído en estas guerras, al igual que lloro a los soldados caídos y que, en muchos casos, no sabían siquiera por qué motivo estaban allí.

    Exportar la democracia y luchar contra el fundamentalismo de cualquier clase es un objetivo loable, desde luego. Pero soy de la opinión que la forma en que se está luchando contra el fundamentalismo y el terrorismo, los métodos elegidos y la política de tener dos varas de medir sólo sirve muy a menudo para ganarse más enemigos y para que haya más personas dispuestas a integrarse en grupos terroristas. Tenemos un ejemplo en la política que Estados Unidos ha seguido durante décadas respecto al conflicto palestino-israelí, a pesar de las resoluciones de Naciones Unidas.

    Para acabar, dice usted en su segundo comentario: “Se trata que del conflicto y de la guerra seamos nosotros los victoriosos”. La verdad es que yo creo que en la guerra nadie gana, y todos pierden –o perdemos-.

    Un cordial saludo, Ciudadano, y muchas gracias por sus comentarios que, como he dicho anteriormente, ayudan a mantener vivo este blog.

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