miércoles, 25 de noviembre de 2009

Llueve sobre mojado

Hablaba hace unos días sobre la mano de Henry en el partido Francia-Irlanda clasificatorio para el Mundial de Sudáfrica del año que viene, y que dio a Francia la clasificación para el mismo. Y mencionaba lo enfadados y enojados que estaban los irlandeses por este asunto.

Comentaban algunos periódicos estos días que la reacción de la sociedad irlandesa, reacción que ha sido en su mayor parte educada y correcta a la par que enojada e irritada, no se debía solamente a la mano de Henry y sus consecuencias, es decir, la eliminación de Irlanda del Mundial, sino que se debe también al malestar general que ha estado presente durante el último año en la sociedad irlandesa, a causa sobre todo de la crisis económica y del reverso de fortuna que ha sufrido este país en los últimos tiempos, en gran parte muy similar a lo que ha ocurrido en España.

Este malestar se debe principalmente a dos hechos. Por un lado, el hecho de que durante los últimos 15 años Irlanda tenía un nivel de vida muy alto; la economía funcionaba de manera ideal, con pleno empleo; abrían nuevos negocios, fábricas y oficinas todos los días; tiendas, restaurantes, bares, etc. estaban llenos a todas horas, todos los días de la semana; el boom de la construcción parecía imparable... Y ahora todo esto ha cambiado: negocios y fábricas cierran a diario, las colas del paro aumentan, gente joven comienza a emigrar como lo hicieron en los 80, nuevas urbanizaciones enteras permanecen vacías y las arcas del Estado recaudan mucho menos de lo que gastan... Llevamos un año de huelgas, manifestaciones, protestas... Como en muchos otros sitios. Y por otro lado, el hecho de que el Gobierno y su manera de afrontar (o no afrontar, depende de cómo se quiera ver) la crisis está siendo muy discutida y está encontrando una gran oposición, hasta el punto de que el partido que está en el gobierno (el Fianna Fáil, teóricamente de centro-izquierda) se encuentra en su nivel de apoyo más bajo de toda la historia, mientras que la oposición sube enteros día a día.

Y se percibe claramente en las calles este malestar general, este enfado de la gente. Se podría casi decir que el estado general del país es de depresión, de desánimo, y se añoran los viejos días del boom económico que ahora tan sólo parecen un espejismo lejano en el tiempo.

O sea que lo de la mano de Henry tiene una segunda lectura aparte del hecho de que Irlanda no estará en el Mundial: ha servido de válvula de escape para que una nación enfadada y desilusionada exprese una vez más su enojo y su malestar. Llueve sobre mojado.

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