viernes, 16 de octubre de 2009

Defender el odio


Nick Griffin, presidente del British National Party (BNP), va a aparecer en un programa de debate político del canal público BBC llamado ‘Question Time’ que se va a grabar el 22 de octubre.

En las últimas elecciones europeas, en junio de este año, Griffin fue elegido para el Parlamento Europeo, junto con otro miembro del BNP. Este partido, de extrema derecha e ideología xenófoba y racista, obtuvo el 6,2% de los votos, el mejor resultado de su historia.

Nick Griffin ha hecho numerosas declaraciones en contra de la inmigración y de los inmigrantes, del Islam y de la población musulmana, ha cuestionado –cuando no negado abiertamente- la autenticidad del holocausto, y defiende una “Gran Bretaña para los británicos”. Griffin ha sido arrestado y acusado en varias ocasiones de incitar al odio racial.

En 1998 Griffin dijo: “Sé muy bien que la ortodoxia imperante dice que 6 millones de judíos fueron gaseados y cremados. La ortodoxia imperante también dijo una vez hace algún tiempo que la Tierra era plana”.

La opinión pública británica y los activistas de izquierdas están preocupados por el efecto que pueda tener la aparición de Griffin en la pantalla. ¿Es lícito conceder a esta persona tiempo y espacio en un canal público de televisión? ¿Está la libertad de expresión por encima de todo? ¿O debe tener límites la libertad de expresión?

Sé que habrá mucha gente que estará en completo desacuerdo conmigo, pero opino que un medio público no debería servir nunca de plataforma a personas que defienden ideas racistas, xenófobas, y que incitan al odio. En un ámbito o en un ente privado se puede hacer lo que se quiera (dentro de la ley, por supuesto), pero un ente público como la BBC, cuyos propietarios son, indirectamente, los ciudadanos británicos, y que representa al conjunto de la ciudadanía británica, no debería ser nunca soporte de ideas racistas, de fomento del odio.

Algunos dirán que, precisamente porque la BBC representa al conjunto de la ciudadanía británica, debe prestar su espacio a todos los representantes públicos, sean del partido que sean, porque al fin y al cabo el BNP representa el sentir de parte de la población británica y obtuvo el 6,2% de los votos en las pasadas elecciones europeas. Hasta ahí, nada que objetar: es cierto que el BNP representa las ideas de parte de la ciudadanía británica, y es cierto que un canal público de televisión debe permitir que todas las ideologías estén representadas; excepto, en mi opinión, en el caso de ideologías que argumentan que parte de esa población británica o que vive en Gran Bretaña no debería vivir allí y debería ser expulsada. ¿No es totalmente ofensivo e inmoral conceder tiempo en un espacio público a un personaje que tiene la intención de expulsar a millones de personas y arruinar sus vidas?

Sí, defiendo la libertad de expresión, pero creo que esta debe tener un límite, tan sólo uno, pero muy firme y nítido: cuando se propagan ideas racistas, xenófobas, amenazantes para parte de la ciudadanía, y se hace apología de odio, del terrorismo, de la violencia, incitando a expulsar o eliminar a todo aquel que es distinto y/o piensa de manera distinta.

¿Tiene el BNP todo el derecho del mundo a que se les dé una oportunidad de defender sus ideas en la televisión porque obtuvo el 6,2 de los votos, como defienden algunos? Yo creo que no. La legitimidad de una ideología, de una idea en concreto o de un partido político no se la da solamente el que tenga respaldo popular, sino el que esa ideología tenga fundamento moral y no atente contra la dignidad, la libertad, el respeto o incluso la vida de otras personas. Veamos: estoy seguro de que hay muchas, muchísimas personas en el mundo que consideran que es lícito que un marido maltrate a su mujer; entonces, como es una idea que cuenta con cierto respaldo popular, ¿les deberíamos conceder unos minutos en un ente público para que defiendan esta opinión? Exacto: claro que no.

Ya he hablado en otras ocasiones, y volveré a hacerlo, del miedo que me produce el ascenso de estos grupos de extrema derecha por toda Europa, del ascenso del racismo, la xenofobia, los ataques a mezquitas, sinagogas, etc. En Gran Bretaña el BNP sube votos, en Italia se han creado –legalmente y auspiciadas por Berlusconi- patrullas ciudadanas para detener a inmigrantes, en Alemania se manifiestan violentamente contra la construcción de una mezquita... Ya lo hemos visto todo esto antes: ante una crisis económica se usa al inmigrante como chivo expiatorio, causa y comienzo de todos nuestros males, y aumenta el racismo y el apoyo a grupos de extrema derecha. ¡Qué poca memoria tenemos! ¿Acaso creen algunos que Hitler era un ser sobrenatural, de color rojo, con cuernos y un rabo e intenso olor a azufre? ¿Piensan que Hitler, el nazismo, el fascismo, surgieron de la nada, de un big bang o algo así? Pues no. Hitler era un ser humano, y su llegada al poder y el ascenso del fascismo al poder en la Europa de los años 30 se dio en unas circunstancias específicas, en un caldo de cultivo que se cocinó lentamente durante algún tiempo, y al que contribuyeron muchas personas; y cuando muchas de estas personas se dieron cuenta de la que habían ayudado a montar, ya era, desafortunadamente, demasiado tarde.

Pero claro, es muy fácil llorar o echarse las manos a la cabeza mientras vemos ‘La lista de Schindler’ o ‘El niño del pijama a rayas’, a la vez que ignoramos –o preferimos ignorar- que en muchas de nuestras ciudades europeas se ha abierto ya la veda del inmigrante, del que es distinto a nosotros, del que tiene la piel algo más oscura que nosotros. Para justificarlo nos decimos a nosotros mismos que es que tienen la culpa de la crisis, que hay demasiados, que no vienen a trabajar sino a vivir del cuento, o que –cuando trabajan- nos están quitando los puestos de trabajo. Para justificar lo injustificable.

4 comentarios:

  1. Sigo sin entender como se puede defender el odio... sigo sin entender estos partidos y sus seguidores. Espero no estar cnfundida con mis ideales y con el respeto a las culturas dferentes

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  2. Hola,
    El problema que tenemos aquí es que la extirpación de estas personas del debate público tampoco tiene los efectos deseados.

    Desde hace mucho tiempo muchas democracias han prohibido partidos y les han quitado presencia pública, y generalmente eso no ha valido de mucho. Por poner un ejemplo cercano, podemos poner a Batasuna. Aunque se la ilegalice, aunque no tenga voz pública, no se están generando avances significativos en su falta de apoyo público: El mundo abertzale sigue contando con sus adeptos.

    ¿Cual es la solución? ¿Permitirles una vida pública totalmente normal? Francamente, no lo sé.
    Porque en el fondo el problema está, como dices, el la susceptibilidad de mucha gente a esas ideas, en las personas que militan en eso. La persecución no es buena: Crea victimismo, pero lo contrario tampoco.

    Si me preguntas mi opinión creo que el ocultamiento es peor que la opción contraria, aunque no estoy muy convencido. Sentir que te persiguen es la mejor manera de que muchas personas persistan en sus convicciones.

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  3. Creo que basta darse una vuelta por ahí y darse cuenta de la cantidad de odio que hay suelta. Mirad la manifestación contra el aborto de ayer sábado: el lema apostaba por la vida, pero seguro que se hubieran llevado por delante la vida (y haciendas) de muchos que no piensan como ellos.. y con gusto. Creo que es bueno ver su verdadero rostro: que salga Rouco en manifetación y se le vea.
    Saludos.

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  4. Hola Mr. Mustard:

    Las reflexiones y temas que planteas, son muy buenos. Es compleja la toma de decisión sobre cómo actuar respecto a un partido político que no practique violencia, pero apueste por la xenofobia. Lo cierto, no obstante, es que, como dices, chirría el hecho de que un medio de comunicación público pueda ser plataforma para alentar el racismo. La solidaridad en la Europa actual y la del futuro próximo, va a medirse por la actitud ante la inmigración, ese es y va a ser, a mi juicio, el toque de piedra principal, la línea divisoria más clara entre derecha-izquierda.
    Saludos, paisano,

    Milagros

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