lunes, 28 de septiembre de 2009

Mediterráneo


He pasado una semana de crucero por el Mediterráneo, con mi mujer y mi hija, los padres de mi mujer y otros familiares.

Habíamos reservado estas vacaciones desde hace ya algunos meses. Mi mujer tenía muchas ganas desde siempre de ir en crucero, y yo tenía muchas ganas de ver Italia.

Salimos en avión de Dublín a Barcelona el día 19 por la mañana, y partimos de Barcelona por la tarde. Al día siguiente estuvimos en Cannes. El lunes estuvimos en Portofino, una pequeña, preciosa ciudad costera del norte de Italia. El tercer día visitamos Florencia y Pisa, y el cuarto Roma y el Vaticano. Al día siguiente llegamos a Nápoles y visitamos las ruinas de Pompeya, y de Nápoles partimos hacia Barcelona, adonde llegamos el día 26.

Ha sido una experiencia fantástica, sin duda. Florencia es una ciudad increíble, tanto arte y tanta historia en tan sólo unas pocas calles. Merece la pena también ir a Pisa y ver la Torre Inclinada, y hacerse una foto imaginando que estás sosteniéndola con la mano o con los dedos, como hacen todos los turistas.

Pero sin lugar a dudas lo que más disfrutamos fue Roma y el Vaticano. Vimos el Coliseo y nos sorprendió mucho ver que todavía quedan tantos restos del mismo, ya que tanto mi mujer como yo imaginábamos –no sé por qué- que sólo quedaba una pequeña parte en pie.

Vimos también otros monumentos, lugares y ruinas de la Roma imperial. Roma es una ciudad maravillosa, fantástica, con un tráfico caótico. Y después de comer en un restaurante nos llevaron a ver el Vaticano. No voy a entrar a discutir con detenimiento el hecho de que en mi opinión resulta brutal ver tanta riqueza acumulada en tan poco espacio; esta no es para nada la Iglesia de los pobres, de esto no es de lo que hablaba Jesucristo, según los Evangelios; pero sin entrar más en esta consideración (ya tendré mas tiempo para hablar de la Iglesia Católica en otras entradas), debo decir que el arte que se ve en el Museo Vaticano, la Capilla Sixtina y la Basílica de San Pedro es impresionante. Sobre todo la Capilla Sixtina.

Nos gustaron mucho también las ruinas de Pompeya. Nos salió un día lluvioso, aunque no nos importó demasiado porque estamos ya muy acostumbrados a la lluvia.

El barco era increíble, la comida fantástica, el tiempo veraniego. Una semana fantástica para recargar las pilas y ver algunos sitios que siempre hemos querido ver. Y no viene nada mal desconectar de las noticias y de lo que pasa en el mundo durante unos días. Mañana volveré a la actualidad, a la realidad del día a día.

4 comentarios:

  1. ¡Qué envidia! Ánimo con la vuelta al día a día.

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  2. Enhorabuena Mustard. Yo no consigo convencer a mi familia de las bondades del crucero... me encantaría. pero bueno, En Roma tampoco estuve mal. Encantado de visitarte.

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  3. Bienvenido Mustard.... y el viaje que has hecho precioso ( me dedico a esto del turismo) y mucha suerte con el timpo. Mi último crucero por los Fiordos fue bastante peor en cuanto a tiempo,estado de la mar , no quiero ni acordarme de como se movía aquello, ja ja ja,,,,

    Volveremos, volveremos.... mucho ánimo al regreso

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  4. Una de las cosas que más me gustan de Italia es la de barbaridades que se pueden hacer conduciendo. Y cuanto más al sur, más bárbaro todo.
    Claro que yo a adelantar en línea contínua no lo llamaría barbaridad, sobre todo cuando se hace con tanto respeto como se hace por allí. Tampoco creo que 150 sea un número escandaloso para las carreteras de segundo orden.
    Por otro lado, para viajar en familia, el barco plantea menos problemas que las dos ruedas.

    Un guiño y un saludo, Mr. Mustard.

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